Y llegó Septiembre y llegaron ellas, con sus miedos, sus problemas, sus dudas y sus historias… pero «al pie del cañón». Dispuestas a entregar el alma porque la vocación es eso. Dar sin esperar. Arropar, acunar, cuidar, enseñar. Sin nuestra cocinera no hubiesen alimentado el cuerpo para poder alimentar el alma. Sin nuestra limpiadora no hubiésemos podido «arrancar» el curso de la higiene como primera asignatura y sin nuestras maestras esta Escuela Infantil de San José de la Montaña no tendría la magia que la envuelve. Ellas no «guardan» a nadie, ellas pertenecen al primer eslabón del sistema educativo y son la posibilidad para que los padres de nuestro niños marchen tranquilos a trabajar porque saben que los dejan en las mejores manos. Detrás de sus mascarillas una enorme sonrisa ha transmitido tranquilidad a vuestros niños, esa sonrisa se veía en vuestros ojos. Los guantes no han impedido las caricias y las pantallas han iluminado vuestras caras. Vuestros niños no han dejado de jugar porque a diario habéis desinfectado juguetes, cambiadores y todo lo desinfectable. Diría que sois invisibles y que el sistema educativo no os valora ni os remunera como merecéis pero no lo voy a decir. Hoy es para daros las GRACIAS con mayúsculas. Es un aprendizaje diario veros trabajar en equipo y luchar por construir en 3 años a «personitas íntegras» que llegan dependientes y vulnerables. Sentiros orgullosas, porque como dice aquel poema :»en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre la huella del camino enseñado»
Gracias por todo este año, entre todo el equipo hemos superado este difícil curso lleno de cambios. Gracias a todas compañeras. Allá vamos!
Personas excelentes,estamos encantados con todas ellas,ver la carita de nuestro bebé feliz a la hora de llegar ahí es todo un placer,se siente solo al llegar a la puerta que no es solo un trabajo,ahí pasión y amor, gracias a todas por cuidar tan bien de nuestro bebé,en particular Inama y Alejandra